En el jardín de mis amores
Pones el tiempo, pones las horas, cuidas el jardín y siempre tendrás flores.
Esta tarde cuando regaba las flores de mi jardín, pensaba: “¿por qué no tengo las flores que quiero?”, el rosal no me florece, los girasoles no nacen, los geranios se ven achicopalados”.
Mis hijos se rién de mi, me dicen que ni un cactus sobrevive en mis manos. Cada año pongo mucho esmero en mi jardín, y cada año me vuelvo a decir: “el próximo será mejor”.
La verdad es que aunque quisiera un jardín florecido, no estudio ni leo de jardinería, eso si voy a cursos de floristería, hago unos ramos preciosos. (Este ramito de la foto lo hice con los niños en un día de otoño).
Pero volviendo al tema de las flores de mi jardín, cuando se trata de sembrarlas…. ahí me quedo corta. Siembro las semillas y les echo agüita sin saber si lo que estoy haciendo esta bien.
Y me pregunte: “Pero ¿por qué me estoy quejando? Mis flores son el producto del conocimiento que tengo de ellas, directamente proporcional a lo que yo se de jardinería, y entonces me enorgullecí de mi jardín.
Seguía pensando, pero ya no en mis flores, si no en mis hijos y en mi misma. Quiero que mis hijos florezcan, y yo quiero florecer con ellos también, porque un rosal sin rosas es una pena.
Si quiero florecer y que mis hijos florezcan, debo conocerme, conocerlos, estudiar, entender, poner el agua que necesitan, en cada momento, si es verano, si es invierno, ni mas ni menos.