Pasar de decirle a nuestros hijos “obedece” a decirles “confía”
Los adolescentes se resisten a la obediencia, es normal, todos lo sabemos y hemos pasado por ésta etapa, que es a su vez hermosísima e importantísima. No hace falta describirla en profundidad, es bien conocida y es el terror de los padres. A veces nos quedamos sin argumentos ante los cuestionamientos desafiantes de nuestros retoños.
Hace un tiempo, mi hijo mayor de 15 años, me desarmó con un discurso absolutamente válido, pero inapropiado para la edad que él tiene. Lo que pasa es que en estas edades ya tienen una capacidad de razonamiento como la de los adultos, pero sin las responsabilidades propias de la adultéz. Como le dices: “¡Obedece hijo!.
Obedecer es lo que menos quieren hacer. Lo escuchaba pacientemente y al mismo tiempo que pensando, se me ocurrió decirle: ¡Confía hijo!. La cara se le transformó queriendo escuchar más sobre la confianza. Iluminada en ese momento, no tengo otra explicación, le dije: “Tú sabes que te quiero, y que quiero lo mejor para tí. Confía en mí, en tu papá, en nosotros los primeros que te hemos querido y deja que las personas a tu alrededor, profesores, profesionales, etc, te demuestren su credibilidad en lo que hacen y en como lo hacen: como trabajan, como tratan a las personas y como te tratan a ti.
Luego podemos confiar una parte de nuestro corazón en esta autoridad en particular, (el carpintero, el médico, el profesor, el farmacéutico), basada en la justicia y esta a su vez basada en el conocimiento y en la caridad.”