A los hijos se les ama por igual, y a cada uno de forma diferente

Amar, que verbo tan poderoso y tan misterioso.

Los hijos son un un regalo que vamos abriendo poco a poco, descubriéndolos con el paso del tiempo, vamos amándolos, ellos van creciendo y como no podía ser de otra manera, nosotros los padres también. Creciendo en el amor, que maravilla.

Hace muchos años, en el 2010 para ser mas exactos, una muy buena amiga me dijo lo siguiente: “A los hijos se les ama por igual, y a cada uno de forma diferente”. Cuanta sabiduría encierra esta frase, que fuerza y que pedagogía, tanto que se me clavó en el corazón y decidimos Juan y yo hacerlo lema de nuestra familia.

Comenzamos a pensar entonces en como implementarlo, que actividades nos ayudaban a conocer a nuestros hijos para amarlos de forma personalizada. Desde hace un tiempo se habla de educación en la diferencia en las escuelas, en mi hogar se habla de “Amor en la diferencia”.

Hemos tenido mucha suerte porque mis hijos son muy diferentes, no hemos tenido que esforzarnos mucho para reconocer en cada uno sus talentos e inclinaciones. Ya desde muy pequeños se veía con claridad que nuestro hijo mayor tenia una clara tendencia a la ciencia, el segundo una vena artística indiscutible y la tercera, una sensibilidad especial por los animales.

En este camino, de generar espacios individuales para que nuestros hijos se sintieran queridos y amados cada uno por aparte, los domingos por ejemplo me iba a desayunar un día con uno, al domingo siguiente con otro y así sucesivamente.

Luego fueron creciendo y buscaba de llevarlos a musicales de acuerdo a sus edades, o conciertos de música clásica. Juan, el papá, llevaba al hijo mayor al observatorio de Zurich o lo llevaba a documentales de ciencia que se ofrecen ahí mismo.

Algunas veces, en un museo de arte, nos dedicábamos más especialmente al hijo que le corre el arte por las venas. En las idas a caminar a la montaña, a nuestra hija le prestamos especial atención cuandoella quiere observar y contemplar la naturaleza y los animales. Hoy en día, cada semana va a una granja a cuidar unos Ponys, a darles de comer, ponerles agua y peinarlos. ¡Le encanta!.

Pero los hijos crecen, sus horizontes se ensanchan y nuestras propuestas se fueron quedando cortas.

Al ser consciente de esto, cuando hacia el Camino De Santiago en el 2017, me preguntaba: ¿como puedo amar a mis hijos más y mejor?.

Y una de las ideas que tuve, fue el ir de viaje con cada uno por separado. Al hijo artista, Paris como no, y en el 2019 nos fuimos a recorrer la cuna del arte, o por lo menos donde se atesora. Él y yo, los dos solos, museos y calles, caminando y tomando fotos, respirando ese especial aroma histórico de esa ciudad tan maravillosa, hasta me conseguí en airbnb un Workshop de pintura, que experiencia, !inolvidable.!

Para el hijo de la ciencia en el 2020 justo antes de la Pandemia, Londres. Con sus museos todos gratis, escogió él sin pensarlo dos veces visitar el Museo de Historia Natural y el Museo Británico donde esta expuesta la famosísima piedra de Rosetta. London Eye y Piccadilly Circus hicieron parte de nuestro tour, y para terminar, visitamos un lugar donde se pueden jugar los antiguos video juegos, llamados Arcade Video Games.

Todavía el viaje de mi hija esta pendiente, pero coqueteamos con la idea de irnos a Japón, porque a ella le gusta el Anime, y para cuando viajemos ya nos buscaremos actividades que estén relacionados con su pasión hacia los animales.

Y así los animo, a ¡Amar en la diferencia a nuestros hijos!

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