Valorando el esfuerzo de nuestros hijos

Valorar nuestro esfuerzo, como ya lo podemos leer en el artículo pasado de Maria Clara “valorar nuestro esfuerzo”, es importantísimo, con paciencia y coherencia, sin embargo cuando se trata de valorar el esfuerzo de los demás, el de nuestro marido, el de nuestros hijos, de nuestros amigos, ya es un pelín mas complicado porque no conocemos precisamente éste esfuerzo que hay detrás de los resultados.

Mi hijo Martín tiene clases de pintura cada 15 días, y de regalo de Navidad se propuso hacerle un cuadro a su papá. Trabajo durante tres meses y llego el día de traer el cuadro a casa y con orgullo enseñármelo. Tengo que decir que pues dede mi falta de conocimiento de las técnicas, colores, pinceles, etc de la pintura, el susodicho cuadro no me genero muchas palabras de reconocimiento y complementos, fue algo así como: “hay que lindo Martin”. Pude ver en su cara que me habían faltado palabras, pero no sabía que decir.

La cosa se quedo así por unos días y me sentí un poco mal. Se me ocurrió entonces llamar a la profesora de pintura y preguntarle como había sido el proceso de Martín para pintar el cuadro. Hablamos durante una hora y me explico con pelos y detalles todo lo que mi hijo había hecho, las técnicas que había utilizado para las nubes, para las sombras, para la montaña, para mezclar los colores y generar efectos… bueno, bueno, bueno, toda una MasterClass. Como las palabras se quedan en el aire, le pedí el favor a la profesora que me escribiera y me mandara por correo todo esto que me había dicho por teléfono, para leerlo con detenimiento, entenderlo y tener argumentos al momento de retomar el tema con Martín. Un día llegó del colegio y yo tenía su cuadro encima de la mesa del comedor y comenzamos a hablar de el, esta vez yo le preguntaba: "¿Como hiciste las nubes?, y ¿las montañas?, esto aquí parece complicado, ¿como combinaste los colores?”. Estuvimos media hora conversando y el se deleitaba contándome su proceso. Fue entonces ahí donde pude valorarlo y darle su reconocimiento.

Para reconocer el esfuerzo de los demás necesitamos hacer un esfuercito, valga la redundancia. No lo sabemos todo, por lo tanto no tenemos ni idea de lo que hay detrás de los resultados. Por otro lado, a veces los resultados no se corresponden a mayores esfuerzos, a veces es la suerte la que nos acompaña en una buena calificación por ejemplo. Si sólo valoramos los resultados, el día que no obtengamos lo que esperábamos, nos vamos a sentir muy frustrados, parece obvio, pero a mi me tomo un poco poner en práctica esto de valorar los procesos y el esfuerzo.

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Conociendo a nuestros hijos, conociéndonos a nosotros mismos

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¿Qué significa tener una mente proactiva?